Esperando tu vigilia...
Hoy intento describir una quimera, una ilusión desbordada, una existencia, algo que está pero no es tangible, algo que se nota pero no se mide, algo que es de todos y de nadie a un tiempo.
Me introduzco en el todo, que es la nada, y miro alrededor de un punto quieto; una luz en el centro de un abismo que hace que toda mi realidad cobre unos inusitados vida, significado y entereza.
Me paro. Deambulo por los pasillos desordenados de lo que soy. Coloco algo que se cayó, algo que ha cambiado, momentánea o temporalmente de posición; ocupo un vacío nuevo con una vieja foto y aprieto, fuertemente, entre las manos, un pañuelo que, sin saber cómo, ha venido a parar a ellas.
Te miro. La paz me inunda. Recorro con la mirada la solemne estancia. Mis ojos se humedecen. Algo escucho de lo que nos lleva hoy a Ti; alguien habla para sí mismo, alguien reza, alguien llora, alguien vive y sobrevive, alguien sufre, alguien sonríe, alguien renace…todo tiene cabida en este viejo espacio. En este sitial en que Tú esperas nuestras cosas y nosotros te esperamos, como siempre.
¡Desconozco tanto!...me has faltado en el origen. En mi despertar, mis primeros pasos, mis pantalones cortos y mis heridas, mis salidas de misa y mis zapatos de Domingo. Me he perdido tantas cosas…tan lejos existo, tan lejos sueño, tan lejos soy, que me parece imposible que llegara a conocerte y que hoy pueda mirarte.
Tengo tanto que decirte…tanto que agradecerte…que he venido con los bolsillos vacíos desde donde broto, donde recibo al sol cada mañana y donde me despiertan los besos de los míos para tener en ellos espacio suficiente…nunca hay espacio suficiente…tanto das, tanto eres, tanto tienes.
Hoy sí que te conozco. Ya puedo hablar, nunca de tú a tú, de todo lo que significas aunque me quede muy corto; aunque mi osadía sea mayor que mi sapiencia; aunque estoy desnudo frente a lo que Tú representas…
Eres, para mí, la música que me relaja un día agotador. La mano que me roza cuando estoy preocupado. El beso en la mejilla una mañana de colegio. El sol que ahuyente mis nubes. El aroma a flores al entrar en tu casa.
Eres la voz de los que me faltan y el silencio de los que quedamos. La riqueza de una cartera vacía, el otro lado de la cama al acostarme, el paso firme que me lleva en volandas. El consejo de un amigo, la paciencia de un amigo, el abrazo de un amigo.
Eres el Belén colocado cada ocho de diciembre, esa otra mano que me agarra cuando tiene miedo, la respiración calmada en una cama con muñecos, la que abraza a su peluche. Mi padre en su sillón, mi madre omnipresente…
Eres complicidad, amor, seguridad, calor, apoyo y firmeza. Eres un beso en tu onomástica, una marcha de Abril, el sonido de una bambalina. Eres la que me conoce y a la que necesito…
Eres tú, yo sé cómo te llamas, pero hay veces que tengo que gritarlo fuerte para que lo sepan otros que, o no quieren o no pueden, enterarse. Yo sé dónde vives, allá donde un arco lleva tu nombre, donde un barrio presume de nombre, donde una ciudad se rinde a tu nombre. Allá donde tu nombre pesa…y se mece.
Yo sé ya quién eres, esa Bendita Mujer a la que todo el mundo llama por su nombre cuando ya no quedan nombres…¡qué bonito nombre tienes!...que nunca nos falte tu nombre…
Fuente fotografía: www.artesacro.otg
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