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En el mismo lugar de cada barrio
en la puerta de su casa, abierta al día,
una abuela de un lugar de Andalucía
ve pasar un cortejo centenario.

Escoge de su antiguo silabario
palabras que decir y no tenía,
por si al Hijo de Dios le parecía
parar, ahí, camino del Calvario.

Cada año, la abuela, con la enea
de su silla, humilde y heredada,
le teje al Nazareno una presea:

"Dame fuerzas, Señor, que estoy cansada,
tiempo "pá arreglar lo que me quea"
y salud, "pá" esperarte aquí sentada".

Fuente fotografía: pacoescriva.com

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