12...
Hay ocasiones en la vida en las que uno deja de ser natural de su ciudad, aunque nunca pierdas su esencia, para convertirte en ciudadano de otra, puede que por motivos laborales, sentimentales o simplemente por cambiar de aire.
Otras ocasiones, no se cambia de residencia ni de ciudad, pero uno se siente identificado con otra, de tal manera, que se hace plantearse si realmente no será de esa ciudad y la vida le llevó, circunstancialmente, a la suya.
Hay veces, las menos, en las que las situaciones expuestas anteriormente se dan en la misma persona, resultando que ésta se convierte en ciudadana, sin pretenderlo, de varias ciudades a la vez. Entonces vives los días claves de ésas como si fueran la tuya, y vas haciendo amigos en ellas como si fueran de la tuya, y te sientes parte de derecho de ellas como lo eres de la tuya. Así, sin más, nacen las devociones fuera de los muros de tu ciudad, aunque no formes parte activa de sus hermandades, como sí lo son tus amigos, y por ello tú te involucras en ellas y, si bien esa devoción, aun sin saberlo, ya estaba dentro de ti, florece compartiendo las cosas que ellos te dejan compartir, de tal manera que lo que empezó con una simpatía hacia lo de fuera, se convierte con los años en un cariño enorme que desemboca, por su propio peso, en devoción.
A él también le pasó, como era de esperar, hace mucho tiempo. A fuerza de ver el cielo limpio de esas ciudades y cómo la luz, de forma distinta pero igualmente cautivadora, penetra en sus calles, empezó a imaginar cómo sería ver los pasos por ellas, ocupadas por la gente, las hermandades, llenas de incienso, de fe y de emociones. Cómo sería escuchar tal marcha debajo de tal paso, o ver cual Virgen doblar tal esquina...hace tiempo, también, que lo viene logrando, y ha conseguido ver en la calle esas devociones foráneas, al menos, en una de ellas.
Pero le falta la otra,...le falta ver cómo Ella lo llena todo cuando sale, cómo no hay nada más que Ella, cuando sale, cómo se para todo cuando sale, cómo le reza todo cuando sale, cómo todo se rinde a su paso cuando sale. Le falta, aunque lo imagina, sentirse parte integrante de todo desde abajo, sentirla cuando va, sufrirla cuando vuelve...
Si él fuera de allí, si hubiera nacido allí, lo tiene claro, sería de san Martín en una y en la otra, más claro aún, iría en su submarino...
Fuente fotografía: @subesperanza
Comentarios
Publicar un comentario