26...
Al mirarla, se le meten en las pupilas los detalles que sólo pueden ver los que la miran como él, o como ella. Sus ojos, no por haberlos mirado tantas veces son los mismos, ya que no es lo mismo lo que se lleva dentro cuando vamos a mirarla, ni siempre han estado, están o estarán los mismos acompañándote. Lo único cierto que hay cada vez que eso ocurre, es decir, que la mira, es que Ella siempre permanece por encima de los avatares de la vida.
La gente le dice si no se cansa de ir a verla, como si alguien pudiera cansarse de sentarse un rato a charlar con una madre, una hermana o una amiga...porque, a él le pasa, cuando va a verla ve a su madre, que un día le habló de Ella. A sus hermanas, confidentes y compañeras en el día a día. A su abuela, que ya le enseñara hace años a quererla. A sus amigas, que tantas veces le pidieron que les contase cosas de Ella, porque cuando él habla de Ella...A su mujer, que le dio el "sí, quiero" delante de Ella y que se olvidó hace mucho de cuántas han sido las veces que la ha visto con él, y a su hija, que le enseña los libros de cofradías y la reconoce como lo hace su padre, en todos sus momentos. A él le pasa que, al mirarla, ve a todas las mujeres de su vida.
Por eso no puede haber cansancio, porque no cabe en los corazones que le piden y le rezan, en los que la ven como a un miembro más de la familia, o en los que el día no les parece día si no van un rato a estar con Ella.
Mirándola, se acuerda de tantas cosas, tantos momentos con Ella como estelar protagonista, como testigo de sus síes y sus noes. Tantas fotos, tantas veces de cambiarle la ropa, de llevarla hasta el altar y quedarse embobado, justo como ahora, sólo mirándola...¿Qué se pasa por la cabeza cuando vas a verla y sabes que te espera? ¿Qué cuando te acercas a Ella y la tienes, frente a frente, en la intimidad de una sacristía? ¿Qué cuando tienes un problema y Ella es la única que te puede ayudar?...son tantas situaciones, tantos imposibles, que el que los escriba todos se puede pasar la vida y no acabar de contar, porque cada día con Ella, qué suerte la nuestra de estar a su lado, es un capítulo nuevo.
Él lo sabe, claro. Él sabe, porque lo ve, cómo la mira la gente en su paso, lo que Ella mueve desde su iglesia, los niños y niñas que llevan a saludarla, las vidas que la tienen como referente; no sólo ahora, sino desde hace años, incluso siglos. Lo que no sabe es si él lo sabía, ése que un día cogió un bloque de cedro para hacerla, el que sacó la "luz de su mirada", no sabe si era consciente de que, al hacer una imagen de una humilde madera, la gente iba a ver siempre a la Madre de Dios.
Comentarios
Publicar un comentario