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Su Semana Santa tenía matices propios, distintos a las aportaciones personales de sus conciudadanos ya que, como decía aquel pregonero, cada persona interpreta su ciudad, no menos debe pasar en los días pasionales, y cada uno interpreta su Semana.
Por eso, la suya es la de sus recuerdos, y recuerda un paso de misterio, con una banda de palio detrás, por las empedradas calles de la vieja judería, como recuerda soldados de marina cantándole la Salve Marinera a la Virgen en su salida y entrada, o la legión detrás de una Piedad, iconografía que, en su ciudad, recibe el nombre de Angustias, y el primitivo paso de caoba de aquel Nazareno al que le cantaban innumerables saetas a la hora del encierro desde los castrenses balcones de enfrente.
Otro paso de misterio, junto a un río, con candelabros de hierro sobredorado, un Nazareno con paso de metal a cuyo paso de palio le tocaba la banda de su mismo nombre, decana de los sones de su ciudad. Un Crucificado con un pelícano en un paso en primera fase de ebanistería, ruedas en Santo Domingo y Santa Ana, afortunadamente sustituidas por los pies de sus hermanos costaleros, y que ya forman parte de la historia cofrade de su Semana Santa.
De la Catedral ve salir, con el sol de frente, al Nazareno de la postura imposible, llevado por costaleros que, sin ser hombres de trono ni recibir ese nombre, sí lo portaban al estilo de la ciudad de la biznaga, esparto negro en los pies, faja por fuera del pantalón y, al día siguiente, aldabonazos de un hermano mayor en las puertas cerradas del templo catedralicio.
Encierros en un colegio de monjas, imagen perdida que le gustaría rescatar, en un moderno barrio cada Domingo de Resurrección con los amigos del colegio, alguno de los cuales, al salir bajo su paso, le metiera el gusanillo de esto hace tantos años que abruma el sólo recuento. Un café con roscos caseros asomado a un balcón en la barriada de la estación de tren, viendo pasar a la hermandad ferroviaria, y como última imagen de la noche cofrade, hogueras sobre el puente, cuando el efectismo era necesario para suplir las carencias y cerrando la Semana, también, su hermano pequeño llevando la bandera de la sección juvenil, cantera de la Semana Santa, campanas de barro y amigos que se reencuentran.
Su Semana Santa sabe a un mantecado que le diera una religiosa para combatir el hambre de una fría noche esperando cofradías cuando tenía el justo uso de razón como para poder recordarlo ahora. Un Cristo de barrio, abuela y balcón, geranios y jaulas de pájaros, viniendo al son de la emplumada trompetería, y mucho antes, llamando su atención en las misas de su pequeña iglesia, puertas marrones y velas custidiándolo.
Un Señor amarrado a una columna, sólo en su paso, "bajando por donde se sube y subiendo por donde se baja", un Crucificado por la facultad de derecho y otro con un canasto de claveles rojos entre los que asomaba el llamador.
Costales, Leones, Tabernáculos, carteles, Collejos...una banda con nombre de Virgen de palio blanco, de un barrio lejano al centro que acompañaba a su Hijo cada Domingo de fin de fiestas, y de la que sólo quedan sonidos de marchas en un viejo cd.
Caras, muchas caras, que se han ido envejeciendo con él, algunos amores, misas de palmas de amigos y traje de estreno, citas en una plaza de raigambre para acudir a la vera del Señor a los pies de la Vela, y la vida que se pasa en un semana, esa Semana que vive en cada uno de nosotros, distinta pero idéntica, y que hoy comienza...
Como él, todos tenéis la vuestra...¡vividla!
Como él, todos tenéis la vuestra...¡vividla!
Fuente fotografía: El Esperanzo
N. del A: Esta serie de relatos para la espera, bajo el título de "Del cuarenta al cero (año III)", se acabó de escribir el día 11 de Marzo de 2020, pocos días antes del confinamiento al que se ha visto sometido el mundo entero, y que en Andalucía ha llevado a tomar la difícil decisión de dejar sus ciudades huérfanas de pasos, cosa que jamás hubiésemos imaginado vivir. Es por esto que nos va a tocar vivirla de otra manera, quedándonos en casa con los nuestros, y pidiéndole a los sagrados titulares que este año no recorrerán las calles, que nos ayuden y nos protejan para que esto pase pronto y con el mejor de los resultados para todos.
Este que os habla, le reza todos los días al Sagrado Protector de Granada, Cristo de san Agustín de este lado del río, y a María Santísima del Mayor Dolor del otro, por el alma de los fallecidos y la salud de los enfermos, y por todos vosotros, que habéis contado conmigo hacia atrás, para que todos y cada uno, y vuestros respectivos familiares y amigos, estéis bajo su amparo y protección.
Recordad el lema de nuestra hermandad de la Esperanza: "Spes est fortitudo Nostra". Que Ella sea siempre vuestra fuerza.
Recordad el lema de nuestra hermandad de la Esperanza: "Spes est fortitudo Nostra". Que Ella sea siempre vuestra fuerza.
Un fuerte abrazo a todos, y feliz Domingo de Ramos
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