Jueves Santo...


Dueña del Jueves que espera
de la mañana a la tarde,
del corazón al que arden
los sueños y las quimeras.
Dueña de todas las flores,
dueña de tantos amores,
dueña de los campanarios,
los balcones con geranios
y el mayor de los dolores.

Dueña de odas atrevidas
que para Ti se inventaran
cuando Dubé le sacara
a tu madera, la vida.
Dueña de la Plaza Larga
del reloj que se aletarga
cuando invades callejones.
Dueña de mil devociones
y la pena más amarga.

Dueña del son de la banda,
del sol del viejo Albaicín
del quejido del clarín,
del camino que se anda.
Dueña de la tez morena
que al piropo desenfrena,
de ese entrecejo tan bello
que lleva impresos destellos
de una luna Macarena.

Dueña, Tú, de la Alhacaba
único rincón del mundo,
ese escondite profundo
donde la Gloria no acaba.
Dueña de los adoquines,
que pisan los albardines
del calzado costalero,
tus ojos son un “te quiero”,
tus pestañas, palanquines.

Dueña de simpar cadencia,
del más populoso andar,
si el verte nos hace rezar,
no verte…es la penitencia.
Dueña de todo el que ama,
de la verdad que proclamas,
dueña del orbe creyente
que al mirarte, en el relente,
descubre cómo te llamas.

Luz, cariño, bendición,
aljibe, rocío, pureza,
empaque, tronío, belleza,
Madre del Dios de Pasión.
Mujer, o Reina, o Doncella,
tu presencia deja huella,
desde el Darro al mirador,
no quererte es un error,
ilumínanos…¡¡Estrella!!


Fuente fotografía: Alberto Ortega fotgrafía

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