Funcionarios...
Parece fácil hablar, de hecho lo es, de todo aquello que se ignora o se desconoce, sin haber llegado ni siquiera a imaginar lo que se esconde tras el foco de nuestros comentarios.
Es fácil, para todo aquel que se encuentra ajeno a este mundo, desde su puesto de trabajo que mueve el mundo y que lo hace ser la única persona que trabaja, porque en este país todo lo que no sea trabajo físico, no es trabajo, soltar por la boca siempre las mismas banalidades, los mismos estereotipos y las mismas cosas acerca de aquellos que, de ocho a tres, realizan su trabajo en cualquier puesto de nuestras administraciones, y un alto porcentaje de las veces sus palabras están infundadas o , sencillamente, son falsas.
Os puedo contar casos de funcionarios amenazados en menores por los padres a los que les quitan a sus hijos los asuntos sociales, como os puedo hablar de profesionales sentados en sus mesas ante montañas de papeles y no moverse hasta que no los tramitan porque, muchas veces, son urgentísimos, como seguro que habrá casos en los que sobren los funcionarios porque los puestos quedaron obsoletos y es que, ni todos los puestos son iguales, ni todos los funcionarios tampoco.
Pero no, os voy a hablar de años de más de diez horas diarias, descansando un dia a la semana, sin amigos, sin familia, sin planes, y poniéndole nombre a las paredes de tanto como las ves. Os voy a hablar de dinero empleado en preparadores, academias, fotocopias, de los nervios de jugarte todo a una carta de, en el mejor de los casos, 2500 personas para 77 plazas, y de noches sin dormir. Un día, y otro, y otro. Os voy a hablar de aprobar oposiciones sin plaza y vuelta a empezar, de estar pendiente de los cambios de gobierno que implican cambios en leyes, de la incertidumbre sobre un futuro lejano y un presente hostil, y os voy a hablar de depender del sueldo de tu pareja, para todo.
Pido respeto, para los funcionarios, porque éstos no son sólo el que te recoge un papel en un registro, o el que te ayuda en la declaración de la renta. No, son los que nos curan, los que protegen nuestros derechos en las calles, de uniforme, y en los tribunales. Son los que te sacan de las más inverosímiles situaciones arriesgando sus vidas y todos ellos, todos ellos, llevan muchas horas de estudio, de apuntes, de llanto, de miedo y de soledad a sus espaldas, lo suficientemente grandes como para disfrutar de un trabajo de ocho a tres, no todos puesto que hay más variantes de turnos, que lo tienen más que merecido.
A todo el que diga que los funcionarios no trabajan, que viven como dioses, que siempre están desayunando, etc, le presto los apuntes y el horario, una semana...
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