Media sonrisa...
Ella estaba de espaldas, le explicaba a un dependiente con acné los problemas que estaba teniendo con su móvil, y lo único que veía de ella era un tatuaje en el cuello de la clave de sol, la cual se entreveía apenas tras el velo de su melenita corta. Su voz era envolvente, aún en la acalorada discusión que estaba empezando a ser más que eso, y su cuerpo tenía algo extraño, distinto completamente a los cuerpos que tantas veces había visto en sus amigas, o en las amigas de sus amigas, que se le antojaban superficiales, y la imagen de su tatuaje le hacía estar pendiente de ella, pensando qué sería lo que significaba...¿sería músico? y, de serlo ¿Qué instrumento tocaría?, no acertaba a ver sus manos, pero ya su mente jugaba con su forma, delgada, de dedos largos y finos acabados en unas uñas ni muy largas ni muy cortas; ojalá fuera violín o, mejor, piano...sí, puede que fuera pianista. A lo mejor, el tatuaje sólo significaba que le gustaba la música, o que le gustaba la forma del signo musical y que, por esa forma, se ajustaría perfectamente a su delgado cuello en una suerte de las modas que ahora imperan en las mujeres. Enseguida descartó esa opción, nadie se pone un tatuaje por moda, pensó, siempre significan algo, por muy pequeños que sean, o muy grandes. Tendría que ser pianista...
Absorto en sus pensamientos, no acertó a darse cuenta de que había terminado su diálogo con el dependiente con acné y que estaba recogiendo su móvil sin haber solucionado nada. La rapidez de sus gestos le impidió verle las manos, cosa que consiguió después cuando, al terminar, se colocó el bolso y se volvió, si bien no pudo mirarlas mucho, objeto de sus devaneos acerca de la musicalidad de la muchacha, porque le sorprendió la profundidad de sus ojos azules que clavó en él al darse la vuelta y encontrarse frente a frente. Lo hizo de manera suave, delicada incluso, como si no anduviera si no que flotara sobre la horrenda tienda en la que no se cabía, y pasó, en su marcha, rozándole casi el hombro. Una tufarada de perfume sutil llenó el espacio que había entre ambos mientras salía a la calle, a la par que le dedicó una media sonrisa...
En ese momento supo que se había enamorado de una completa desconocida.
Fuente fotografía: Pinterest
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