y su grandeza...
La niebla tamiza el objetivo
donde duerme la ciudad aletargada,
la noche deja paso a la alborada,
la vida nos ofrece su atractivo.
El mar, con su vaivén alternativo,
nos invita a observarlo en escalada
de emociones, ahora alborotadas,
entregándonos su esencia, concesivo.
La alta torre trasciende, embajadora,
de la tierra que define una belleza
de la misma belleza glosadora.
La cámara lo capta con torpeza,
Venecia surge ahí, invitadora,
tras su historia, su mar, y su grandeza.
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