sin pedirlo...

Intento resolver con medios de la ciencia,
de estudios, de lecturas en libros de eruditos,
fenómenos curiosos que la tierra repite,
atracciones de extremos que, por los polos, se oponen.

La ciencia brinda nombres, principios definidos
para que yo comprenda qué es el magnetismo
y por qué una brújula señala mi Norte
que deja de ser mío cuando otro la coge.

Me define un imán como un cuerpo inerte
con poder de atracción de los que están colindantes
siempre que ese otro sea opuesto al primero
uniéndose, entonces, como un sólo bloque.

La ciencia desconoce el imán más perfecto,
el que más fuerza tiene, el más puro y potente
que atrae al que quiera sin un radio predicho
haciendo que ya, nunca, desee separarse.

Nos habla la ciencia de los campos magnéticos
que encienden las luces al pasar por su lado,
pero ignora que hay luces, a veces, ocultas
cuya fuente atractiva son dos ojos abiertos

y se empeñan los libros en describir propiedades
llenando de letras interminables papeles
intentando que pueda, al leer, comprenderse
lo fascinante que es esto de juntar dos imanes.

Yo prefiero los libros repletos de palabras,
escritas con la tinta de tus lágrimas, Madre.

Prefiero leer tus labios que, silentes, musitan
razones sin tiempo por las que, Tú, nos atraes.

Prefiero que la gente acuda en manada
cuando descorres pestillos de esa puerta que guarda
el secreto más bello de la más bella tierra.

Yo prefiero explicarle, sin pretender que me entienda,
al que llega a tus plantas buscando motivos
que si está contemplando tu imagen perfecta
no se encuentra en los libros la respuesta anhelada,
sino en el hecho simple de un portón que se abre
saliendo, con ello, una fuerza insondable
activando, en el alma, mecanismos antiguos.

Si la gente te encuentra sin saber dónde vives,
si recorre kilómetros presintiendo un suspiro,
no busqueis en los libros explicaciones insulsas.

Magnetismo es la acción de atraer por sí sólo
a cualquiera que espere refugiarse en tus ojos.
El imán es tu cara, y tus manos el medio
de alcanzar una gloria, sin querer, sin pedirlo.