Soy...
Soy de una noche, da igual la duración, y de la mañana que amanece tras ella.
Soy del mar que roza sus pies y despierta su sonrisa, pero también del monte donde ayer cogiera setas.
Soy de su pared pintada de rayas, de los vinilos que velan sus noches de infancia, y de un peluche al que se abraza porque, sin él, no sabe dormir.
Soy de su amable despertar, del aroma de su cama, de su voz llamándome para decirme que está despierta y si hoy tengo que estudiar.
Soy de ponerle el desayuno, aún somnolienta, y de que moje galletas mientras se ríe con los dibujos, de peinarla como puedo, de quererla como sé. De llevarla y recogerla del colegio y de que me cuente las historias del día.
Soy de mi mano en la suya, la suya en la mía.
Soy de verla crecer, de ayudarle con los deberes, de construir legos o montar puzzles, de su bici, se su helado de Kinder y sus mil ocurrencias.
Soy de su arrolladora y minúscula personalidad, de su todo especial, de su encanto y su infatigabilidad, y de que inunde de felicidad cada estancia que ocupa.
Soy de lo que le va a pedir a los Reyes, de que me pida que le repita las cosas que le han hecho gracia, de ver películas juntos los fines de semana, y de soñar con lo que nos espera, de nuevo, cuando llegue Septiembre.
Soy de que me explique con sus palabras los dilemas trascendentales de este mundo que ya no le es tan ajeno. De buscar explicaciones que pueda entender para responder sus preguntas.
Soy de que me crea capaz de todo. De la manera de la que mira a su a madre, de ver cómo se disfraza y se pinta los labios, y de su cuarto de juegos desordenado al máximo.
Soy de ella, de su bondad, y su cariño, y, sobre todo, guarda y custodio de mi responsabilidad...su existencia.
Soy de todo lo anterior, y de mucho más, pero de lo que no quiero ser, es de que crezca, y se aleje...
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