Ahi queó...
El sol entra hasta la mitad del salón, preñándolo de una extrema luminosidad, casi cegadora, que se transmite al pasillo por la puerta semicerrada merced al reflejo en el blanco mármol. Pero este sol, aún siendo matinal y de Septiembre...no calienta.
Hoy es día de limpieza en la comunidad, lo recuerdan las voces de la chica de la empresa mientras habla con los vecinos (que también son los suyos), que corren como hormigas en busca del trozo de pan que le toque llevar a la casa. Por la rendija de la puerta intenta colarse, en vano, el polvo que levanta la mugrienta mopa con la que intenta dar lustre al suelo que, de tantas pisadas, tiene ya una pátina de un color indeterminado e indeterminable, como los estados, a veces, de ánimo.
En el colegio, Viernes, día de fruta para el recreo, de sonrisas en los niños que saben que mañana no hay cole, y al que acuden, algunas, con las ganas intactas esperando las dos, para que su padre la recoja con la bici y esperar a su madre dando vueltas, que es justo lo que hacen algunos en su vida, esperando también ese día en que habrán de llegar a la meta y pararse de una puñetera vez. Bushido decía: "la felicidad, me está enseñando que hoy no soy feliz" y a Bunbury le he escuchado "sé que, antes de mi muerte, el día de mi suerte llegará, pero...¿cuándo será?"...
Me asomo a la ventana, en mis múltiples paseos alrededor de una casa que estoy empezando a odiar, y la poca gente que va y viene lo hace con su mascarilla, pero seguimos siendo el peor país en cuanto a este virus, y eso parece importarle mucho a todo el mundo, aunque no le ha importado tanto a todo el mundo que hayamos sido siempre el peor país en todo, a la cola de una Europa que repudia al español, como en el norte repudian al sur, y sigo dando vueltas a la casa...
El perro de la vecina contigua ladra,
ladra aunque la vecina le chista para que se calle,
calle vacía.
Vacía la bolsa de la compra,
compra poco con el bolsillo vacío,
vacío también el monedero,
Monedero....mejor me callo.
Callo sólo cuando duermo,
duermo con mi mujer,
(mujer de las mil batallas),
batallas agotadoras y perdidas a pesar del esfuerzo,
esfuerzo del palo que echo de menos,
¡menos paso! ¡no pararse!...
¡pararse ahí!,...¡ahí queó!...
"Reflexiones ante una taza de café". Preliminares.
Fuente fotografía: Enlace
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