Reencuentro
Ya me saludas, Septiembre, asomado al pretil de tus tardes de ocre, con ese gesto tuyo que me sabe a castaña, a Carrera y a nardos, ofrendas y acerolas, a chaqueta y corbata, solecito y colegio.
Eres siempre, amarillo, el primero que llega tras un verano tan corto como el beso de un niño. Con tu carga de hojas, de lluvias a deshora, de mochilas, cuadernos, madrugones y llantos.
Eres tú, el que me asaltas, mientras aún dormito la siesta del estío, para decirme que es hora de que abra los ojos, que me ponga colonia y me arregle enseguida, que ya espera la Virgen aguardando mis besos, aunque este año distinto se los dé con distancia.
En efecto, Septiembre, ya la luz me recuerda esos mismos instantes de año tras año, la música sacra que envuelve al que llega, el olor del incienso y su Bendita presencia.
Tú me recuerdas y obligas a acudir a la cita, donde habré de escribir las palabras no dichas, donde habré de decir las que no tengo escritas, donde habré de soñar sin rendirme a los sueños, donde habré de vivir asomado a sus ojos.
Ella espera...silencio y ausencias, bienvenidas y risas que tamizan las penas de los que acuden a verla con el corazón en la mano y la mente en las cosas que no quedan ocultas.
Este año es distinto, no he rozado su mano, no he dejado en sus dedos, sutil, mi caricia, no he mirado su cara, desnudando mi alma, y me he despedido sin sentirla tan cerca...este año, Septiembre, le he dejado en sus manos la oración más sentida de todas las que he dicho, le he pedido que ruegue por los que aquí seguimos, por los que no pueden verla y los que quieren hacerlo, mas el miedo les puede a todo esto que pasa. Hoy le escribo, le rezo, le hablo y le pido, porque pronto sea el día en que pueda acercarme, dejándole el beso de que todo ha pasado, y Granada la espere, otra vez, en su calle...
Fuente fotografía: Llamador Cofrade
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