Sevilla...

Echo de menos el cante
en la parada de un conde
lugar en el que se esconde
el arte más rutilante.
Esas calles rezumantes
de omnipresente azahar,
el relax de pasear
por barrios de tus poetas
donde el silencio asaeta
al ver a Dios caminar.

Unos vinos en Triana,
la casa de Enladrillada,
en vela Esa madrugada
y un café en la Relosana.
Levantarme una mañana
de Domingo, bien temprano,
ensayo en Pino Montano.
Las noches del Arenal,
colocarme, en ti, el costal,
y visitar a mi hermano.

Echo de menos tu todo,
que mi nada justifica. 
La torre que simplifica
la complejidad del no-do.
Las revueltas y recodos
del río por besar tu orilla,
añoro las mariquillas
de la pena y la sonrisa,
y envidio tu luz, poetisa,
que te hace versos...Sevilla.


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