Tengo bastante...



"Yo soy yo, y con eso tengo bastante". Es una forma de hacer mía la frase de Ortega y Gasset de las Meditaciones del Quijote

Tengo bastante, y me sobra mucho. No tengo tiempo para darle conversación a la vida sólo porque ella no tenga ganas de hablar y me incomode el silencio. No tengo ganas de hacer lo que se espera de mí, porque ni yo mismo sé qué es lo que espero de mí, si espero algo, ni tengo ganas de fingir ser alguien con unos y otro con el resto. Yo, soy yo, y con eso tengo bastante.

Todos tenemos problemas, algunos de una magnitud, otros de otra, como los terremotos que tan de moda están en este cahíz de tierra que abrasa el verano, hechos a la medida de sus actos, o recibidos cruelmente a bocajarro por el que decide a quién joder, y a quién no (perdón por mi abrupto vocabulario, pero hoy es martes, y he decidido embarcarme), pero el hecho de tenerlos no significa ir por ahí llorando a cada quién para ver qué se puede sacar y, a ser posible, pronto.

En la puerta del colegio, cada mañana, hay como tres o cuatro expertos que nos dan una charla acerca de qué debemos y qué no debemos hacer, y es curioso que la mayoría no sabe dónde le aprieta el zapato (ni qué es un zapato), pero se atreven a opinar sobre si las medidas que tomamos los demás son correctas o no, según su criterio. 

Los temas han ido evolucionando, claro, antes solían ser sobre la educación, porque no hay mejor padre/madre que ellos, y todos saben más que la profesora que, en la mayoría de los casos, le tiene a su hijo manía. Un hijo que llega por primera vez a una clase y al que no conocen de nada, quizá la manía se la ha ido fraguando él mismo con sus actos, a la medida de su edad. Ahora, la educación ha pasado a ser un segundo plano, porque es más jugoso el Covid-19, Covid-20, Covid-21, Covid con leche y sacarina, tema que ellos han decidido que deben hacer propio, que deben comentar y para lo que se documentan en Fistrogram, Caralibro, Kinder, y en machos, hembras y lo que tercie, para después soltar su perorata en la puerta del colegio, comparecencia diaria y doble (a saber, 9h y 14h), porque es más importante eso que hacer entender a sus hijos (los de la manía) que no se le deben dar empujones al que tiene delante, o tirarle la mochila al suelo. 

Hoy ha cambiado el tema. Hoy tocan los terremotos, id sacando las libretas para los apuntes que ya todo el mundo habla de placas tectónicas, enjambres sísmicos, sismógrafos, escalas,...como si trabajaran en centros cualificados de estos estudios y los demás fuésemos los periodistas que esperan ansiosos su rueda de prensa. ¡Ay! (suspiro), cómo hecho de menos las charlas acerca del tiempo, de tener la comida en el puchero y lo que tardan en salir, de lo mal que está el aparcamiento, de que llego tarde a ballet, o de cómo ha ido el día en el trabajo. Será que soy un hater, será que "no me aguanto ya ni los pelos del culo" (frase sacada del saber popular), o que lo que estamos viviendo me sobrepasa. Será que estoy como todos, que no sé lo que hay ni lo que habrá más allá de mi mascarilla, o como diría Martinez Ares, "será que estoy como al principio, por tu culpa embrujao, embrujaíto", el caso es que no ando muy paciente en temas sin sentido y poco aprovechables.

Pues eso, perdón por la brasa, tengan buen martes, buena semana, buen mes, y mejor sea el año, y no hagan ruedas de prensa en la puerta de los colegios. 

Sean ustedes, que con eso, como yo, tienen bastante.     

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