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Granada fue la última...el último bastión árabe (antes llamado moro, aunque él no usa ese término por no herir la sensibilidad de los que no reparan en gastos al herir la suya) que quedaba por convertirse al cristianismo, y por el que los Reyes Católicos (tanto monta, monta tanto) tenían especial interés. Prueba de ello es que sus restos descansan en la Capilla Real de la catedral de la ciudad.
En aquellos años de sitio a las ciudades a base de paciencia y penurias, impidiendo que pudieran salir o entrar sus habitantes a recoger cosechas, o a abastecerse de agua y alimento so pena de lluvia de flechas (aun no emponzoñadas como las de los indios de las Américas), de cota de malla, armadura y arzón, espadas pesadas y lucha cuerpo a cuerpo, sangre a sangre, Isabel se había encaprichado de Granada, y Fernando no tuvo menos que aceptar el envite y regalar la ciudad a su Reina aunque, como Zamora, no se tomó en un hora.
Él imagina las huestes bajo los pendones de los Reyes, las mesnadas de los nobles apoyando la causa, la polvareda levantada, hasta donde alcanzase la vista, por los hombres y bestias, armas y bastimento, como imagina al moro (perdón, árabe) en la Alhambra, intentando que su estrategia le dé para defender como hombre el vergel, aunque luego tuviera que llorarlo en el suspiro del...bueno, como sea.
Imagina la vida solaz y palaciega de los Reyes dentro de la fortificación, las mezquitas repartidas por las calles, llamando a la oración el Imam, según la hora, del Al-fajar a la Iche, y las calles de una ciudad rica, bañada por sus aguas, que enriquece cultivos y jardines. Entiende así los motivos, más allá de la religión, para lanzarse al combate, por los que unos la defendieron y otros la desearon, que se han mantenido hasta la actualidad siendo mucha la gente que la tiene como destino o que desea verla, al menos, una vez en la vida.
La pena de un ciego en ella, seguro que se explicaría en aquellos años de esplendor en los que moros y cristianos construyeron su historia y sus leyendas la siguen convirtiendo en un sueño, siendo sus paisajes, sus recónditos lugares, la inspiración para cualquier manifestación del arte, por lo que imagina, en sus pensamientos, la alegría inmensa que tuvo que sentir la Reina al tomar posesión de tan magnífica ciudad.
Cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada, un 1492 de lejana memoria, lo primero que hicieron apenas tres días después de tomarla, fue levantar, a partir de la mezquita Al-Ta`ibin (o de los conversos) la iglesia de san Juan de los Reyes, efeméride que él recuerda ahora, viniéndole al caso, justo antes de que el golpe del llamador anuncie que va a levantar el palio para salir a su barrio...la pequeña calle es un hervidero esperándola porque, si con la rendición de Granada se acababa la reconquista, con esta hermandad empieza la historia de la Semana Santa de su ciudad...
Martes Santo, sale ya, la Virgen de los Reyes.
Fuente fotografía: Antonio Orantes
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