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Llamas a mi puerta, con duda, esperando que te abra,
e ignoras que es distinto el que asoma a la mirilla,
como distinta es quien llama difuminada en las sombras.
El año, al fin y al cabo, ha salido de cuentas
y tú debes cumplir tu trámite de tiempo.
Te colocas la capa de los días esperados,
seleccionas la dote, de la ceniza, y, la frente
me pides que te brinde para dejarme tu sello,
testimonio de polvo y puerta a la esperanza.
Pero yo soy distinto, ya lo dije al principio.
Me han cambiado los hechos, aplastantes y estultos,
acaecidos sin cita en este tiempo pasado
como un brutal ejército de pesadas monturas,
soldadesca a sueldo sobre el presto cultivo.
Tú, llamas a mi puerta, yo te abro en pijama,
escondido mi traje en el armario del fondo,
esperando los días de renovados azules,
de abrazos, y sonrisas, a la puerta del templo.
Tú intentas salvarme de mi grisácea desidia,
mi impostada sonrisa accede a que pases,
mas no espero con ansia tu ceniza en mi frente.
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