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En uno de esos sueños que se apoderan de uno cuando está cansado, y que forman una amalgama de situaciones irreales pero que nos hacen levantarnos, en no pocas ocasiones, con el nudo en la garganta, él soñó algo extraño, una sucesión de cosas aparentemente inconexas, o inconexas a todas luces, a tenor de lo poco que significaban para él...
Era un día soleado, iba vestido de forma extraña, como del siglo XVI, con unos pantalones bombachos de terciopelo, capa, sombrero y espada...estaba en Sevilla, el año en que se había fundado la Capilla de san Onofre, y había nacido el poeta Gutierre de Cetina, que escribiría influenciado por Petrarca y Garcilaso, entre otros.
Ese mismo año, pero en Roma, León X, uno de los papas de la incombustible familia Médici, declara heréticas cuarenta y una de las noventa y cinco tesis de Lutero, que después quemará la bula que así las declara y que le llevará a ser excomulgado. Lejos de allí, en el Nuevo Mundo que los conquistadores estaban abriendo a España, Hernán Cortés será vencido en la que sería conocida como la "Noche Triste", aunque después vencerá al vicerregente de Tenocthitlán y fundará en Tepeaca la Villa de Segura de la Frontera. Un mes después, Magallanes descubriría el paso que llevará su nombre, el Estrecho de Magallanes.
Hace calor, y el ropaje le resulta incómodo, por no decir el polvo del camino y el bullir constante en el puerto, al que acudían barcos cargados de plata procedentes del nuevo mundo a esta ciudad que era "Puerta de las Indias"...corría el año, en su sueño, en el que Solimán I es nombrado sultán del imperio otomano, y Carlos V era coronado en Aquisgrán como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. En ese año también, nacía Fernando de Válor y Córdoba, noble morisco al que la historia recuerda como Aben Humeya, jefe de la rebelión de las Alpujarras y que entretuviera a sus tropas con los juegos moriscos, que eran un conjunto de pruebas, algunas de ellas de ascendencia olímpica, para tenerlas listas para la lucha. También en ese año, fallecería el hijo de Fernando el Católico y Aldonza Ruiz de Ivorra, arzobispo de Zaragoza, Alfonso de Aragón.
No entiende muy bien el contenido del sueño ni a qué viene el que él esté inmerso en esa época, que aún teniendo que haberla estudiado en algún momento de su vida académica, no recuerda haberle prestado demasiada atención. No le importaban mucho, en su adolescencia, las idas y venidas de la incipiente Europa, convertida en imperio por Maximiliano I y cedida en herencia al antes nombrado Carlos, su nieto, hijo de Felipe el hermoso y Juana de Castilla, como tampoco recuerda que le interesase en demasía que los españoles llevaran la viruela a México justo en el momento de enfrentarse a los nativos por hacerse con el control de la capital, y que eso fuese un detonante para la victoria española, interpretándolo éstos como señal divina.
Seguro que no podría haber memorizado las aventuras y desventuras de Pánfilo de Narváez, que llevara en su expedición al nieto de Cabeza de Vaca, de nombre Álvar, que a la postre resultara de los pocos supervivientes entre los expedicionarios que pretendieran encontrar la fuente de la Eterna Juventud. De hecho, a él la historia le aburría, sólo ahora le despierta un inusitado interés, y procura leer algo más, aunque no todo lo que quisiera debido al sinfín de situaciones de su día a día.
Ya despierto de tan extraño sueño, decidió ir a buscar todos los hechos que acaecidos en él, y fue cuando descubrió que todos ellos habían sucedido el mismo año, y que es el mismo en el que, ya en su ciudad, se funda el convento de Santa Catalina de Zafra y Pedro Machuca se instala en ella. Pero también es el año, y ahora entiende por qué ha soñado con esa fecha, que él tiene grabado en la memoria y al que ha hecho referencia en no pocas ocasiones. Ese año, fue aquél en que llegó a su ciudad un arquitecto, escultor y pintor, para hacerse cargo de las obras del monasterio de san Jerónimo...
Era el año 1520, y ese escultor acabaría esculpiendo al que ahora es titular de su hermandad, y Sagrado Protector de su Granada...
Fuente fotografía: Blog Antonio Padial Bailón
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