Concurso Oposición...

 


Oposición es la acción del verbo oponer. Es oponerse a otros, por tanto, el que oposita tiene que prevalecer sobre el resto, rivales y compañeros de fatigas al mismo tiempo, para lo que se enfrenta, con su casuística, a esos cientos y miles de almas que, como él, a la misma hora, precisión relojera y puntualidad inglesa, desgranarán sobre el papel marcado la roja granada de su esfuerzo.

El que oposita arriesga, sacrifica, invierte, razona, aguanta, llora, cae, se levanta, repite, memoriza, se aísla, se ensimisma, permanece, resiste y pone a prueba, una y otra vez, su resiliencia escuchando las risas y juegos que se producen al otro lado de la puerta de su zulo, del que sólo sale para comer, dormir y poco más. A un lado del muro infranqueable de esa puerta, queda el calor del hogar, la vida que sigue, al otro…apuntes y dudas, sueños y planes, dolores cervicales, eterna postura y paredes de hormigón, algunas ya con su nombre. Dentro y fuera, presente y futuro, realidad y esperanza.

La herramienta del opositor, su cerebro, hay que entrenarla. No es lo mismo prepararse para correr una maratón con veinte primaveras que con cuarenta y cuatro otoños, y él lo sabe, por lo que hay que redoblar esfuerzos para que sus virtudes, ligadas a la experiencia, suplen la vehemencia de las carencias, ligadas al paso de los años.

Él sabe que puede, o al menos lo sabía, que tendrá una oportunidad, sólo una, como el torero en la muerte suprema, como el delantero del equipo menos presupuestado ante la meta del más laureado, y deberá aprovecharla si quiere tumbar en la lona de la indiferencia al presuntuoso púgil en cuyo cinturón jalea el número de plazas.

El fin, piensa, no sólo justifica los medios, sino que los hipoteca. ¡Hagan sus apuestas! ¡No va más!...cuando se enfrenta al cuadernillo y a las dos horas en un aula donde el supervisor del examen intenta, sin conseguirlo, dar ánimos a los aspirantes…tantas almas, tantas ilusiones, tanto sacrificio. La ecuación es exacta: menos horas de familia y sueño, nos dan más de apuntes. Le da la vuelta, y la propiedad conmutativa da como resultado la realidad infame, y se lleva dos litro de café sólo.

Por eso, cuando llega al lugar de la prueba, a la hora concebida. Cuando mira a sus oponentes (el que oposita se opone, recuerda), se aparta del mundo y se mete en sí mismo, como queriendo ser uno sólo sin que el ruido del proceso lo distraiga. Cada uno con la suya, su casuística, su procedencia, su necesidad, los méritos ocultos, esperando el momento oportuno, los sueños intactos y el valor en reserva, combustible en las últimas y, al fondo, la meta o el game over

Lo llaman, se acerca, iguala con los aspirantes a llevar al que recibe la Lanzada, mientras los otros, costaleros de carrera con plaza en propiedad, lo miran de soslayo…otro tipo de concurso oposición.

Nota del Autor: (1) La fotografía no guarda ninguna relación con el texto. Forma parte de una serie del autor que se va a utilizar para ilustrar estos textos.
                          (2) Fuente fotografía: José Carlos Martos Moreno

Comentarios

Entradas populares