Me ha faltado...

Me ha faltado esta noche…el fragor de tu mina
donde el costal, a destajo, horada la roca
buscando incansable un destello tardío
señal, inequívoca, de una joya que premia
su titánico esfuerzo entre paredes sombrías.

Esa joya que premia, a reflejo por lágrima,
como faro que guía los más puros anhelos.
Esa cara que marca, como fuego, en el alma
y se enseña a los hijos cada mañana de Viernes
a unas horas, tan solo, de la dicha infinita.

Me ha faltado esta noche…el albor de un suspiro.
Ese guiño perpetuo al salir de relevo.
Ese húmedo abrazo con el amigo que espera,
sonrisa y cuello herido, orgullo de llevarte,
que me junte con él para verte de lejos.

Me ha faltado, lo sabes, la cerviz en el palo.
El envite brutal a la voz del martillo.
El cuerpo tensado al recibirte sin fuelle,
desde el suelo hasta el cielo crujido y Zambrana
cuando vuelo un instante que, me parece, es eterno.

Me ha faltado la risa que le gana al ahogo.
Ese júbilo incrédulo ante tu pena tan honda,
el roce del hombro con el varal que se mece,
el incienso que entra por la abierta escotilla
y tu nombre en mis labios por si fallan las fuerzas.

Me ha faltado tu noche, que equivale a la nuestra.
ese saludo íntimo cuando voy a buscarte,
la postilla orgullosa como recuerdo de gloria,
el llanto, en estampida, cuando suena tu marcha.
Me ha faltado tu noche, que equivale a mi vida.

He encontrado, no obstante, a mi hija mirándote.
Descubriendo en sus ojos la emoción de su padre,
mi callada respuesta a la razón de tu aura.
Me ha faltado esta noche entregarme en tu mina
donde el costal, a destajo, horada la roca,
mas me llevo tu cara sujeta en su mano.





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