El pregón que no escribiera...33


El murmullo se escucha por todas las calles,
accesos sin puerta al mismo lugar,
centro neurálgico de las devociones.
El sol, acude a la cita con pase de pernocta,
abonado al sitio de todos los años.
Una muchacha joven acude al trabajo,
que cuida a unos niños de un piso del centro,
pidiendo permiso para salir antes.
A la tarde la esperan, donde vive su madre,
para ver al Señor en el sitio de antaño.

Tradiciones de barrio, macetas, balcones,
que hacen cola en el alma ocupando su sitio,
y los niños que fueran acuden con sus hijos;
son los nietos de abuelos que los cogen en brazos
y le explican las cosas de la Luz de sus vidas.

Paso de misterio con andar femenino
llevará al Trabajo por las calles y plazas
de esa zona extramuros de ejemplos cofrades,
y volverán esos nombres a hacerse importantes
cuando pasen por ellos el Señor y su Madre.
La pequeña parroquia no da abasto esos días
del reguero de gente que acude a rezarles,
a pedirles que sanen los pequeños achaques
y, a sus hijos, les den lo que proclama su nombre.

La madrugada del martes, cuando llegan al templo,
y el Señor del Trabajo ya espera a otro año,
es de noche en la hora, mas en la calle es de día.
Pues regresa María, con su andar costalero,
y es una ascua de Luz cada rincón de su
barrio.

Fuente Fotografía: La Locura Cofrade

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