El Pregón que no escribiera...35

 


E

l blanco nos marca el barrio y el día,
el centro se viste, orgulloso, de fiesta,
Alonso Cano ya espera en su pétreo sitial
y las puertas abiertas nos invitan adentro.

Entre las piedras antiguas, las tumbas de reyes,
espera el Cautivo a que llegue la hora
y la ciudad lo reciba apretujada en la plaza.
Nos mira, y parece, que en esa mirada
están los reproches al que nunca va a verlo;
Al que nunca ha esperado que se recoja en silencio,
y al que nunca vio en rojo, marcado, su día,
porque su vida reside, ese día, en otro barrio.

Su túnica blanca refleja mi ausencia,
el no verlo en la calle cuando vino a buscarme.
En sus manos atadas encuentro mis faltas,
su mirada perdida no acepta mis dudas,
y mi profunda desidia se va tras su estela.

Con el paso del tiempo uno aprende de todo,
redescubre las cosas que siempre estuvieron,
y se vienen, despacio, al compás de varales
o en las manos marchitas del que todo lo puede.

Cuando llegue mañana, evocaré aquella noche,
a la vera del tiempo que os vengo contando,
subyacente y oculto en el alma madura,
y veré a Encarnación recién conocida,
mucho antes de todo lo que vendría después,
y le pediré su venia para venir a buscarla
o recogerla, en su casa, por primerísima vez…

Fuente Fotografía: La Locura Cofrade

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