El pregón que no escribiera...9

 


Las airosas cornetas han venido a avisarme
del trágico suceso de tu muerte en Cruz,
con sus notas, doradas, me narran que expiraste
y el arsenal de pecados que yo guardo tan dentro
fue mortal detonante de tu aparente derrota.
Esa torre que marca el joyero en el mapa,
el que custodia la joya que tallara don Luis,
es, a su vez, una lanza y un anuncio en el cielo,
que se clava en mi alma y te ayuda a volver.
Referencia al final de ese puente tan nuestro,
que pisabas primero y, luego yo, tras de Ti,
surtidor de campanas que hoy tan solo hacen mutis,
horadándome el pecho bajo este cielo tan gris.

Hoy, Señor de ese puente, clavado en mis penas,
en mi orgullo, en mi ruina, en mi vida, en mi atril,
este viernes se cierra, cual si fuera una puerta,
tras de la que sólo quedan recuerdos de abril.
Hoy el llanto más bello se aleja sin verme,
hoy tus clavos me duelen, y me gritan que, así,
no sólo muere el Hombre que mira hacia arriba,
sino que, un poco al menos, todo se muere en mi
evocando los viernes, soleados, en que yendo a buscarla
te veía en tu paso y me sentía feliz,
y hoy, en cambio, como aquél, me pregunto:
¿Quién nos ha robado el mes de Abril?


Hoy Señor, las cornetas, han venido a avisarme
del tamaño que tiene tu muerte tan ruin,
del tamaño que abarca tu mirada hacia el cielo,
las palabras que expiras, el dolor que hay en Ti,
como marcan triunfantes el andar a los hombres
que se abrazan al palo culminando el trabajo,
igual que los árboles se alargan también,
para abrazar con sus ramas tus manos clavadas
recortando entre ellas tu sagrado perfil,
son abrazos Señor, que Tú darnos no puedes,
y se quedan grabados…recuerdos de Abril.

Hoy me fijo en las cosas que, quizá, antes no viera,
el poder que atesoran tus manos abiertas,
la mirada perdida, tus ojos sin fin,
las potencias que muestran la realeza que llevas,
la corona de antaño, el romano pretil,
el reflejo en las aguas de aquel mismo Cristo,
que avanzaba entre hogueras de aulaga servil,
de hachones donantes de luz a tu cuerpo,
de aquel paso austero, los años ochenta,
alumnos debajo, colegio aprendiz,
de este noble oficio de llevar a Cristo,
jugando a los pasos en un mes de Abril.

Tú, Cristo escolapio que tanto eludí,
ajeno a tus llagas, ajeno a tu altura,
ajeno a los años que han ido pasando
y Tú siempre expiras cruzando el Genil.
Ay, viernes soleados, en que yendo a buscarla,
te veía en tu paso,…y me sentía feliz,
y, hoy, en cambio, como aquel, me pregunto:
¿Quién nos ha robado el mes de Abril?

Fuente fotografía: La Locura Cofrade

Comentarios

Entradas populares