El pregón que no escribiera...11

 

D

esde una cruz de piedra nos vienen los Favores
desde tiempo inmemorial para éste que, ahora, escribe
y que recuerda el Campo a los ojos de un niño
con los bares extintos donde tanto estrenara.
Este Cristo tan nuestro como el barrio que habita,
junto a la Facultad que fuera hospital castrense
que sabe a despedida, a besos en la cama,
al abuelo que, luego, buscaría por la casa,
es el mismo de entonces, el mismo de ahora,
será el mismo de siempre cuando pasen los días,
y el tiempo suma y siga añadiendo vivencias
a las canas del hombre que le sigue rezando.

El sitial, entre árboles, al que escoltan faroles
que iluminan su cara,
preside la plaza donde juegan los niños,
y los viejos se ajustan la visera en un gesto
que, o los priva del sol, o usan de saludo
cuando pasan aquellos vecinos de siempre
que, en el barrio, jugaban como ahora sus nietos.

Llega el viernes, lejano, de la hora del Gólgota,
cuando Cristo fallece suspendido en su Cruz,
y los árboles quieren servirle de escolta
cuando baja, mecido, por el arte andaluz.
Imagina el que escribe que, al pasar a su lado,
uno al otro se dicen las palabras, idénticas,
a las que, acaso, podemos entre nosotros decir,
y los dos, los Favores de piedra y madera
ven llorar a su Madre sin poder hacer nada,
a pesar de lo grande que es su omnipotencia.
La banda que viene con sones jiennenses,
trepida detrás del portentoso Señor,
este viernes, tan nuestro, como el barrio que habita,
y nuestra fe se horroriza entre estertor y estertor.

Fuente Fotografía: La Locura Cofrade

Comentarios

Entradas populares