El pregón que no escribiera...13
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o sé cómo me gusta más la
Macarena. No puedo responder, al menos a vuelapluma, a la pregunta que el
pregonero lanzara desde el atril a todos los que nos llamamos macarenos, aunque
no seamos sevillanos, porque el macareno nace donde quiere. La Macarena es,
como dice Manuel Carrasco, “tantas cosas, que es imposible saber qué es”, es un
todo indefinible, inmedible e inabarcable que, paradójicamente, cabe en una
estampa, en un colgante, en una pulsera, o en cualquier sitio en el que podamos
ir a verla cuando queramos porque, el macareno del mundo, siente la necesidad
de verla a todas horas.
Sí es verdad una cosa, que el
tiempo se para al verla. Da igual que sea cuando entramos en la Basílica a
deshoras, fuera de sus días grandes, (si bien para el macareno del mundo, el
día grande es cuando puedes verla), da igual que sea bajo palio, en cuyo caso
cuando se para el tiempo comienza la emoción, la lágrima y el recuerdo, y coges
de la mano a quién tengas al lado, y pones la mente en hora, y quieres decirle
de todo y no salen las palabras, y todo en ese momento es Esperanza, porque su
nombre es eso, porque su nombre es vida, porque su nombre son “tantas cosas,
que es imposible saber qué es”.
La Macarena es la constelación de
lágrimas girando alrededor de su mejilla en el universo de nuestros corazones,
es un revuelo de niños nazarenos esperándola llorando en la calle Feria, cuando
se recoge la Semana Santa, es el sol dando en el manto, es el recuerdo a los
que no están, es el llanto más hermoso con la sonrisa más tímida, es Sevilla en
un barrio, y un barrio universal, es el todo en un llavero, el cabecero de tu
cama, el azulejo de tu casa, la espadaña como imán.
La Macarena es Campanilleros
en Campana levantando el veto, es Salteras marcando el ritmo de sus costaleros,
es la marea verde nazarenos, los guantes blancos tras el manto, el luto más
hermoso, diciembre hecho mayo en un beso, y un beso sin fecha de caducidad. La
Macarena son mis amigos bajo su Hijo, y su herencia de monaguillo, es el nombre
de un Bodegón en mi barrio de Adopción, es un distrito que abarca el alma, el
Reloj del Hospital, la centuria contra la enfermedad, el morado en la mejilla,
las mariquillas del Gallo, la muralla de Macario, es esperar siempre a ciegas,
las abuelas en los balcones, las lluvias de pétalos, un amanecer que se
adelanta y un sabor dulce en los labios cuando susurras su Nombre.
La Esperanza son las fotos en
blanco y negro, las devociones perdidas, las oraciones del Cielo, las plegarias
confiadas, las noches junto a Ella, es su perfil en un espejo, la felicidad
cuando la ves venir, la nostalgia cuando se va, y la vuelta a empezar la espera
cuando se encierra en su casa hasta el año siguiente. La Esperanza es creer que
nada cambia, aunque nada sea lo mismo, ver crecer a tus hijos hablándoles de
Ella, las madres cosiendo túnicas, los hijos planchando costales o sacando
brillo a las cornetas, la Esperanza es una Madrugá que dura un suspiro, y todos
los suspiros juntos de los macarenos del mundo.
Yo quisiera responder a la
pregunta del pregonero desde el atril, pero no puedo decidir cómo me gusta más
la Macarena…
Fuente Fotografía: ABC Sevilla
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