El Pregón que no escribiera...23

 


C

afé en las catacumbas de Derecho,
un bar que huele a incienso y a tostada,
apuntes en las mesas apretadas,
las caras de esa gente, ahora difusa.
muchos años, el palio en la portada
de la fábrica constante de abogados,
parihuelas en los patios, y ese miércoles,
la Sangre del Señor se derramaba
en los hachones y el canasto que recuerdo.

La imagen sólo queda en la memoria,
en las fotos, de entonces, publicadas
en aquellas guías ajadas por los años.
La memoria, no obstante, ahora ha elegido
otro instante en el que habré de reencontrarme.
Otra Virgen, que se mece en otro palio,
otros hábitos que lucen más solemnes,
y el Señor medita en su canasto,
sobre cuellos de atlantes femeninos.

El enclave sigue siendo inabarcable,
Carlos V no ve la colegiata,
pero intuye que soplan otros vientos,
en las formas de la Virgen, y en su cara.
Se ilumina la calle san Jerónimo,
con hileras de luces somnolientas,
aparece el Señor en la penumbra
la mano apoyada en la rodilla,
meditando quizá, en cómo ha cambiado,
en apenas unos años transcurridos,
la impronta de su paso y su hermandad,
la forma en que se ponen en la calle,
el silente discurrir de sus hermanos,
la elegancia que le dan sus costaleros,
y quizá, se sorprenda, al constatar
que la calle, la plaza son las mismas,
y que, al lado, está la misma Facultad.

La Locura Cofrade: La Locura Cofrade

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