El pregón que no escribiera...6
Llega el día de la Alhambra. Ese día en que comprendemos que tal cúmulo de perfecciones geométricas, tal obra de ingeniería, tal empeño en dejar una obra que, ellos no lo sabían, iba a perdurar en el tiempo, no era por el mero hecho de hacerse un palacio a la medida de su alta estima, ni porque sus súbditos estuvieran seguros, entre sus muros, protegidos por la poderosa Alcazaba, de los ataques enemigos, más que posibles.
Llega el día en que toda esa
máquina de luz, agua y jardines cobre su sentido, el fin mismo para el que fue hecha,
aunque, como ya se ha dicho, sus autores no lo supieran, y que no es otro que
servir de marco al mejor lienzo de cuantos se hayan podido crear por los
artistas de cualquier tiempo. La Alhambra, a mi entender, fue concebida para
albergar esa inspiración de Torcuato Ruiz del Peral, que es Nuestra Señora de las
Angustias Coronada.
Lo que árabe fue concebido,
gestado y dado a luz, al final ha perdurado como cristiano y la razón es Ella.
Porque Ella así lo quiso y así lo ordenó, si es que una Madre tan dulce como la
nuestra es capaz de ordenar algo, es más, no debió ordenarlo, sino orientar a
los mecenas hacia los mejores suministros, la mejor mano de obra, los mejores
arquitectos, para ir dándole forma a la que habría de ser su casa, por los
siglos de los siglos. Sólo así se entiende la magnificencia del enclave, la
pulcritud de hermosísimos detalles, la colocación planeada de cada muro, de
cada árbol, sin dejar nada al azar y para que todo sirviera de atrezo a la
mejor puesta en escena que dramaturgo alguno haya podido escribir. ¿Hay obra
más bella que la Virgen tomando posesión de sus dominios cada sábado santo? ¿Hay
mejor sitio para imaginar que pasara la madre de Dios sosteniendo en cuerpo
inerte de su Hijo, que las puertas de la Alhambra en su camino a Granada? ¿Hay
mejor escenario que su bosque para escuchar la armonía de sonidos de los
pájaros cantando para Ella?...
La Alhambra fue creada por Reyes para una Reina, los artífices del palacio lo concibieron como remanso de paz, como deleite a los sentidos, como símbolo de una ciudad que, abajo, la contempla como su santo y seña, pero no por el legado que ellos nos dejaron, sino porque Ella vive ahí, y es la verdadera guía de nuestros pasos. Ella es la que toma Granada, no el dos de cada mes de Enero, sino el Sábado Santo, llamado también de Gloria, porque la gloria misma es ver atravesar la Alhambra a la Virgen a la que presta gustosamente el nombre, tremolando el pendón de la historia de la ciudad, que responde al unísono, no gritando "¿qué?", sino susurrando "¡guapa!", porque un grito a deshoras puede romper el momento, puede sobresaltarla y que su mano haga un gesto extraño y se descompense el cuerpo inerte del Señor.
La verdadera toma de Granada se produce cuando Ella entra en Plaza Nueva, con el atabor y las fanfarrias, en loor de multitudes, y toda la ciudad se rinde a sus plantas y comprende la verdadera realeza, no la de los ínclitos Reyes Católicos, que al fin y al cabo era efímera y tenía fecha de caducidad, sino la de la Madre de Dios que, generación tras generación, sigue siendo aclamada por los granadinos, en las entrañas mismas de su gloriosa historia…
Fuente Fotografía: La Locura Cofrade
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