Un Viernes menos (V)
Tus manos la razón de mi delirio,
tus ojos el fanal de mi riqueza,
tu cara la que afianza mi entereza,
mis actos, los que causan tu martirio.
Mi aliento, ver tu rostro entre los cirios,
tus lágrimas, mis fuerzas de flaqueza,
tu nombre, tu elegancia, tu realeza,
y tu herencia expirando sobre lirios.
Mi pena es ver, de lejos, cómo vienes
condenado sin pecado y sin delito,
a prisión que tu grandeza no detiene.
Aunque grande, Tu dolor, es exquisito,
de los males, tu bondad, no me previene
y me temo que mi idilio haya prescrito.
Fuente fotografía: es.cofrade
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