Un viernes menos (XXV)
















Debajo del palio, marchas,
y el corazón se te escarcha
afrontando lo que venga
rogando que se entretenga
el trovador de la jarcha

que anuncia muerte al Señor,
sin importar que es tu amor
a quien un toro astifino
le acierta tal desatino
que no evita un matador.

Quien prendido en la madera
alza su frente, cimera,
de esta efigie de dolor,
y en un trance aterrador
Expira, ya, en la Carrera.

Siempre del amor en cinta
tu esperanza se precinta
y tu mirada se abisma
¿Cómo pareces la misma
si te vemos tan distinta?

Presides en cada foto
un simpático alboroto
de imágenes alternantes,
que van llegando, flagrantes,
al corazón del devoto.

Cada una lleva impresos,
entre miradas y besos,
¿un billón de Avemarías?
cada uno equivaldría
a, de tu cara, un acceso,

imágenes variopintas
dibujadas con mil tintas
que, en tu cara, son un crisma
¿Cómo pareces la misma
si te vemos tan distinta?

Por eso, María, te pido
antes que llegue el olvido
que la vejez me depara.
Si no recuerdo tu cara
o no recuerdo qué ha sido

este período impreciso
de un corazón insumiso
que no cedió a las mentiras,
mientras tu palio revira
dame, Señora permiso,

dale respuesta sucinta
a quien, con dudas, entinta
el lienzo de los sofismas
dile que Tú eres la misma
aunque te vean tan distinta.

Fuente fotografía: Jorge Heredia Castillo


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