17...Borriquilla
Qué distinto es todo ahora, cómo
ha evolucionado todo, desde ese paso pequeño en plata, con el respiradero y
canasto del tamaño justo para que el paso salvara la puerta, y en la que el
Señor presidía la escena, Él sólo, arriba, sin otras figuras secundarias que
nos hacen apartar la vista, a veces, de su infinita bondad, a lomos de su borriquilla.
El Sol, aún siendo el mismo, ha
cumplido muchos años, e incide de distinta manera sobra las paredes de una
ciudad que ha cambiado tanto, tanto ha variado su callejero, que parece que no
es la misma, aunque lleve el mismo nombre. Durante todo este tiempo, hemos
asistido a la evolución del paso de misterio, hasta verlo convertido en el
espectáculo visual que es hoy, con la madera dorada, las aumentadas
dimensiones, la incorporación de las figuras y esa palmera que se vislumbra en
la trasera del paso, a la que el niño se sube para contemplar mejor la escena,
o simplemente para jugar, dada su corta edad.
Conforme el paso ha ido
evolucionando, lo ha hecho él también, hasta el punto de que puede que no quede
mucho de aquel adolescente que miraba el paso en el pie de la torre, la víspera
de su estreno costalero y, si queda, está tan en el fondo del armario, que
habría que desmontarlo entero para encontrar algo que evoque mínimamente aquellos días.
Todo ha cambiado, pero Él está
igual. Él sigue teniendo la mirada profunda, enfocada en su pueblo, que lo
aclama cuando toma posesión de la ciudad esa tarde luminosa de domingo que no
brilla igual en todo el año, ni significa lo mismo para los niños en los que nos convertimos los
que volvemos a verlo, explicándole a nuestros hijos la grandeza que tiene el
que viene montado a lomos de la burra.
Gracias a Él, los cambios en la
vida se han ido sobrellevando, se han superado los momentos difíciles y, aunque
los sonidos de la banda le hagan brotar lágrimas, aunque se vea de otra manera,
parado en la calle esperando para verlo, constata que tiene que darle las
gracias por los momentos buenos, por lo vivido y sufrido, por lo recorrido y
las metas disfrazadas de objetivos, cuando pasa por su lado a pesar del tiempo
transcurrido, de la misma manera que antaño lo hiciera: a lomos de una
Borriquilla que sigue accediendo a la Jerusalén granadina, ¡Hosanna Rey de los
Judíos! por la mismísima puerta de Elvira.
Fuente fotografía: La Locura Cofrade



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