27...Su ciudad

 


Algo debe estar haciendo mal su ciudad, cuando todo lo que hay a su alrededor parece ser más importante, más bello, más relevante, mejor y más valorado, que lo que tiene de puertas para adentro de sus fronteras.

Se fija en los pasos, los costaleros, las bandas, la forma de andar, y todo parece estar hecho a imagen y semejanza de otras provincias, otros lugares que, a veces, no tienen entre su tallas, sus imágenes cristíferas y de dolorosas, la enjundia que tienen las que van sobre los pasos de su ciudad. 

Algo debe estar haciendo mal su ciudad, o algo no debe haber entendido, cuando no saca pecho de lo que tiene dentro, lo que sale a la calle cada vez que la puerta de un templo se abre, y lo que se esconde cuando se cierra, dejando tras de sí una estela de razones encontradas. Su ciudad no tiene que justificarse, no debe justificarse, por más que se empeñen en que lo haga aquéllos que abandonan sus calles en cuanto su hermandad se encierra, buscando en otras provincias lo que tienen dentro de la suya, y se enorgullecen de haber presenciado tal paso, escuchado tal marcha o visto tal cofradía, vanagloriándose de chicotás no realizadas y presenciándolo todo desde la distancia, mientras que su ciudad agoniza, porque sus venas se desangran, asfalto y gasoil, a la par que consumen kilómetros sus ciudadanos.

Algo debe estar haciendo mal su ciudad, cuando algunos de sus costaleros, en las igualás y ensayos, hablan de otras ciudades. Cuando algunos de los componentes de sus bandas, quieren tocar en las de otras ciudades, cuando se recorren carreteras, se aprenden las igualás, se imitan las voces de mando, las coreografías de los misterios, y hasta los trajes de las agrupaciones, para reproducir en sus calles una mala versión de las otras, teniendo entre sus calles los mayores tesoros que, por desgracia se desconocen fuera de sus fronteras.

Recuerda cómo una chica de Málaga decía haberse sorprendido de la calidad de su Semana Santa al contemplar en la Magna la riqueza de tallas, pasos y enseres, cuando muchas de las imágenes que vio por vez primera, son la vanguardia de la imaginería. O cómo un cordobés se lleva costaleros de su ciudad a pasos "mediáticos" de la del califato, dejando los suyos huérfanos porque, por desgracia, salen el mismo día.

Él mismo ha mirado siempre hacia otras provincias, él mismo ha abandonado su ciudad porque le dolía el alma el estar alguna jornada recorriendo sus calles y era más fácil la huida, él mismo ve vídeos de youtube de otras ciudades pero, quizá por la edad que suman sus huesos, no puede evitar entristecerse al ver cómo su ciudad es denostada por el mundo cofrade, cuando su unicidad es tal, lo que puede ofrecer es tal, que no hay ciudad en el mundo que tenga sus mismos rincones, a la hora de ver una cofradía en la calle.

Cuando llega el Jueves Santo, y ve las calles semivacías de una ciudad que debería estar en fiesta, para ver el discurrir de las hermandades bajando de un barrio patrimonio de la humanidad, se mira hacia dentro, se toca el pecho, y se pregunta…

¿cómo ha permitido, tanto tiempo, se partícipe de ese olvido? ¿está haciendo algo mal su ciudad?...

Fuente fotografía: Hermandad Favores (Granada)

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