36...Bola de cera
En la casa de sus padres,
envuelta en un papel con solera, y guardada en una bolsa de un negocio extinto,
se conserva la bola de cera que sus hijos han ido conformando con los años. A
cada vuelta de su mano, pequeña primero, más grande después, iba quedando
prendida la luz del nazareno, y en su retina todavía tiene las imágenes de sus
pequeños soplándose en las manos tras recibir la caliente ofrenda de cera para
inmortalizarla en la esfera.
Rojos, tinieblas y verdes,
morados y blancos, los cirios iban llorando, sobre sus infantiles manos, lágrimas líquidas
que solidificaban al caer, e iban configurando el mapa de las devociones,
disfrazadas de juego, en las calles de su ciudad, pugnando entre ellos por ver
quién conseguía más cera, o quién hacía la bola más perfecta, quitando y
poniendo trocitos de cada hermandad, a fin de lograr una homogeneidad sutil,
con esa imperfecta perfección con la que la tradición trata sus cosas.
Hoy ha desempolvado la bola, la
ha sacado cuidadosamente, y ella le ha hablado en silencio, mientras la miraba,
de tantos momentos con ellos. Le ha traído las voces de sus hijos niños, tan
distinta a la de ahora, tan libre, tan descargada de responsabilidad, y ha
tenido que secarse las lágrimas, reales y líquidas también, con el viejo
pañuelo de la nostalgia, mientras la prepara para depositarla en otras manos,
chicas de nuevo, cuyos propietarios le han aceptado con la solemnidad del
relevo, abriendo sus ojos como platos al comprobar el tamaño de la misma, y
dándole enormes besos en señal de agradecimiento.
Para ellos, la bola significa
empezar su juego de devociones en el mundo cofrade de su ciudad. Para sus
padres significa el orgullo de que sus hijos continúen con su labor, sumando
gotas de cera a la bola que fuera suya, y que ni recordaban que estuviera
guardada.
Para él, ajado papel de comercio
extinto sobre la bola de su corazón significa que, de una forma u otra, en esa
cérea esfera de parches de colores, le ha dado a sus nietos una parte de su
propia vida, que sigue incansable como la noria del tiempo…
Fuente fotografía: Nikonistas



Comentarios
Publicar un comentario