11...a los buenos
Él vive, y convive, en una
sociedad en la que corren malos tiempos para la bonhomía y la filantropía,
marcada por la frivolidad de la belleza fabricada a golpe de talonario, y tan
efímera como un segundo que, tras pasar, nunca vuelve a repetirse. Una sociedad
mezquina y ruin que se rinde al poder del dinero hasta tal punto que se vende
todo, al mejor postor, sin importar el uso que se vaya a dar al “producto que
se vende”. Hoy es la vida, asomada a portales de Instagram en los que se
detalla todo lo que se hace, mañana puede ser la vida de tus hijos, o la de tus
nietos, que crecerán sin privacidad, sin valores, y sin infancia.
Él tiene miedo, claro, porque
sale a la calle donde, a diario y en cualquier lugar, mire a donde mire, la
ilegalidad campa a sus anchas, impunemente, desde bien temprano cuando coge el
coche, y ya observa que el código de circulación no existe para nadie, hasta
que se acuesta, apagando el televisor con las noticias, porque es mejor no
enterarse de la barbarie gratuita, propiciada por los intereses de los que
atacan hoy y se defenderán mañana.
En esta sociedad, en que
cualquiera puede comprarse un coche de alta gama con dinero de dudosa y consentida
procedencia, en la que un adolescente puede comprarse un rifle y disparar sin
ton ni son, en la que los políticos roban, o mienten, o hablan, o existen y da
igual el color que digan tener porque debajo de la capa con el slogan de turno,
está todo negro. En esta sociedad en que la juventud no deja sentarse a una
persona mayor en el metro, y el resto de usuarios no pueden decir nada por
miedo a las represalias, en las que algunos padres atemorizan a profesores y
los alumnos hacen lo propio con sus compañeros. En esta sociedad de guerras por
doquier, violaciones y asesinatos, en la que suben los precios sin medida
apretando el cuello, proporcionalmente, al de por sí asfixiado trabajador. En
esta sociedad en la que prefieres no pasar por tu calle de siempre, porque se
ha roto un farol y está oscura, en la que cada vez hay más delincuencia, desde
más temprana edad, él se pregunta cada mañana, que es igual que la anterior, si
hoy será el día en que todo cambiará y los honrados, los que respetan la ley,
los que no delinquen, dejarán de ser la idiota minoría ante la inteligencia
criminal que es mayoría en casi todos los estamentos.
Conforme pasan los años y ve a
sus hijos crecer, abandonando poco a poco la inocencia, la seguridad del hogar
y del abrazo de sus padres, crece con ellos, de forma directamente proporcional
también, la preocupación por estar educando, preparando para la sociedad a unos
ciudadanos normales, con valores y principios, para soltarlos, inermes, en una
selva despiadada y, mira de nuevo a su alrededor, escucha la radio y ve de
reojo la tele, y acierta a comprender que, siendo esta sociedad como es, y
abundando como abunda la amenaza y el dolor, ése es el motivo por el que el Señor,
en su infinita misericordia, Requiescat
in Pace en el cielo de los justos, siempre se lleva a los buenos...
Fuente Fotografía: Diario de Sevilla



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