13...Rincones o avenidas
Qué diferente es todo, piensa él
esperando junto a su esposa y su hija a que venga la Virgen, en la forma de
entender esto que tienen los espectadores de este drama con final feliz que es
la Semana Santa.
En la misma calle, apostados en
la misma pared, hay gente que vive la Semana intensamente, otros
religiosamente, otros como turistas, y otros como un oasis de vacaciones en el
desierto del trabajo diario. Hay gente que verá a la Virgen como una más de
tantas, otros que sabrán sacar, de su palio y de su manto, la advocación que
se les viene encima, a compás y muy suavecito, de la imagen de María, y otros la mirarán con los ojos del recuerdo, de los que saben que en Ella está su
vida, su familia, su historia…
Más allá, en el bullicio de las
grandes avenidas, en esas carreras oficiales, y en las oficiosas, de las
ciudades, esperará la gente que, cargada de carritos de bebé, tiene que ver
todas las hermandades ahí, una detrás de otra, porque es más fácil el acceso con
los niños y, al menos, pueden verla, junto con esa otra que viene de fuera y no
sabe callejear, o los que prefieren, simplemente, cubrir el expediente de “ver
las procesiones” e irse para casa dejando su rastro de cáscaras, latas, bolsas
y paquetes de tabaco, hasta mañana casi a la misma hora.
Si avanzamos un poco más. Si nos
adentramos un poco más en la idiosincrasia de cada cofradía, si miramos en la
guía de horarios los lugares recomendados, podremos encontrarnos con algún
momento irrepetible, con chicotás diferentes, con la hermandad cansada por la
estación de penitencia, y a esa gente que, año tras año, espera para despedirse
del día en ese lugar concreto o con alguna vecina del barrio que espera para
asegurarse de que la Virgen vuelve intacta, un año más. Una vez que probamos
esos momentos, se crea una necesidad en el interior de conocer otros similares,
y será así cómo nos descubriremos preguntando, observando, y buscando a fin de
poder vivirlos y, quien sabe, repetirlos el año próximo.
Él es un "estudioso" de la Semana
Santa y no se limita a la de su ciudad, sino que le gusta ser parte de ese
público inquieto en otras ciudades, pero se sigue enamorando de la suya
descubriéndola cada vez, en esos rincones tocados por la mano de Dios en los
que su Hijo muere, reza, sufre y carga con la cruz cada año de manera
diferente. Él prefiere vivir así su Semana Santa, con su familia y amigos,
saludar a unos y a otros mientras va en busca de tal hermandad y seguir sumando
recuerdos, imágenes y momentos, al particular álbum que guarda en el corazón y
en la memoria, del deambular de las cofradías por las calles de su ciudad,
entre esa gente distinta que las espera, cada una con sus expectativas, en los
rincones o avenidas.
Fuente Fotografía: Ahora Granada



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