En la Ribera del Río Genil, la torre de san José de Calasanz, nos guía hasta las Escuelas Pías, desde donde imparte magisterio la mejor de las maestras, la Virgen del Mayor Dolor, Señora de los escolapios. Un agradable paseo nos habrá de llevar, también, a las proximidades de su feudo, el Paseo de los Basilios, que viene a morir en el puente verde, muy cercano ya a la granadina fuente de la Bicha.
Los castaños de Indias rivalizan en altura con los pinos de los "jardinillos" adyacentes al Paseo del Salón, donde podrá disfrutar el visitante, no sólo del "calorcico" del sol, sino de las viandas que se pueden degustar en el kiosko de "las titas", que se abre en el centro de los jardines y que invita a la relajación solariega.
En este rincón granadino, muy próximo al centro de la ciudad, podemos encontrar desde padres con sus pequeños, pasando por jóvenes haciendo deporte, hasta algún que otro "guiri" cámara en mano, llenándose de la belleza del paraje, en el que siempre, suerte que sólo tiene Granada, aparece en el horizonte la majestuosidad de Sierra Nevada, extendiendo ya su blanco manto por las faldas colindantes.
La mañana de paseo dominical, si elegimos hacerla por este lugar, tiene su culminación casi obligada, tomando una copita de Rioja en el "mesón Gregorio", lugar de inigualable ensaladilla rusa, que tanto sabe de las "igualás" de esa Señorita de mirada triste, que muy cerquita de ahí, vela por los granadinos.
En la Ribera del Río Genil, la torre de san José de Calasanz, nos guía hasta las Escuelas Pías, desde donde imparte magisterio la mejor de las maestras, la Virgen del Mayor Dolor, Señora de los escolapios. Un agradable paseo nos habrá de llevar, también, a las proximidades de su feudo, el Paseo de los Basilios, que viene a morir en el puente verde, muy cercano ya a la granadina fuente de la Bicha.
Los castaños de Indias rivalizan en altura con los pinos de los "jardinillos" adyacentes al Paseo del Salón, donde podrá disfrutar el visitante, no sólo del "calorcico" del sol, sino de las viandas que se pueden degustar en el kiosko de "las titas", que se abre en el centro de los jardines y que invita a la relajación solariega.
En este rincón granadino, muy próximo al centro de la ciudad, podemos encontrar desde padres con sus pequeños, pasando por jóvenes haciendo deporte, hasta algún que otro "guiri" cámara en mano, llenándose de la belleza del paraje, en el que siempre, suerte que sólo tiene Granada, aparece en el horizonte la majestuosidad de Sierra Nevada, extendiendo ya su blanco manto por las faldas colindantes. 
La mañana de paseo dominical, si elegimos hacerla por este lugar, tiene su culminación casi obligada, tomando una copita de Rioja en el "mesón Gregorio", lugar de inigualable ensaladilla rusa, que tanto sabe de las "igualás" de esa Señorita de mirada triste, que muy cerquita de ahí, vela por los granadinos. 
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