Hace un año...

Querida abuela:

Hoy hace un año que faltas, y a pesar de eso te sigo contando tantas cosas, que es como si nunca te hubieras ido, pero no puedo ir corriendo a abrazarte cada vez que me sienta triste, ni volveré a verte sentada en tu sillón degustando tu café sólo, cargado y con muy poca azúcar, en esa tacita verde que todavía sigue por ahí, al calor siempre de la mesa de camilla, y es que, como tú decías: "no es bien nacío, quien después de comer no le entra frío"...

Sigues presente en nosotros, porque no podremos olvidarte nunca, ya que el olvido es ingrato, y tú no te mereces nuestra ingratitud, en todo caso, nosotros te debemos mucho de la feliz infancia que vivimos junto a tí, entre esas paredes que hoy están vacías. Hoy hace un año que faltas, y el día se ha levantado extraño, estamos menos risueños, flotando en el ambiente que se respira en casa la certeza terrible de que falta una pieza fundamental en el mecanismo de nuestras vidas y es, por desgracia, irreemplazable. Pero sé, como lo sabemos los cinco nietos que tú más querías, que no estamos solos, que continuas, allí donde resides, con las estrellas, empujándonos en los duros baches de la vida, para que podamos salir de ellos con la sonrisa en los labios que te gustaba ver en nosotros, hoy más que nunca, querida abuela, nos hiere la letrilla de la copla:

"¿dónde está mi infancia?...un beso a mi abuela, su sonrisa eterna, que no volverá, ¿dónde? dime dónde, que la quisiera volver a encontrar...".

Hasta que nos volvamos a encontrar...